¡¡LA CULPA ES DE LAS MADRES!!
Quien no ha soñado alguna vez con ser un deportista olímpico. Quien no ha soñado con que nuestros hijos fueran deportistas olímpicos. Son sueños difíciles de alcanzar, casi imposibles. Solo unos pocos son bendecidos con la gloria de participar, y menos todavía con la magnificencia de alcanzar un oro olímpico. Todos ellos, tanto los vencedores como competidores, han dedicado su vida infantil a prepararse, a entrenarse, a dejar de lado lo que sus compañeros hacían, los juegos de calle, las fiestas, las pandillas, todo por intentar alcanzar el cielo olímpico, los laureles de la gloria. Pero todos ellos, han sido pequeños, se han tenido que levantar por la mañana, han tenido que desayunar, han tenido que ir al colegio, y les han tenido que apoyar en sus estudios, han estado enfermos, han estado tristes y han estado alegres, los han llevado a la pista, a la piscina, al pabellón, al campo de entrenamiento, y cuando han ganado les han sonr...